El 18 de septiembre, la Iglesia Católica conmemora a varios santos, pero uno que destaca especialmente es San José de Cupertino. Este santo es conocido por ser el patrón de los estudiantes y aviadores debido a sus extraordinarias experiencias místicas que marcaron su vida. San José de Cupertino nació el 17 de junio de 1603 en Cupertino, una pequeña localidad en la región de Apulia, Italia. Proveniente de una familia humilde y con escasos recursos económicos, desde joven enfrentó numerosos desafíos, incluyendo problemas de salud y varias negativas al intentar unirse a órdenes religiosas.
El camino de San José de Cupertino hacia la vida religiosa no fue sencillo. Después de varios intentos fallidos, finalmente se integró a la Orden Franciscana y fue ordenado sacerdote en 1628. Su vida espiritual estaba marcada por fenómenos que despertaban la curiosidad y el asombro de muchos. A partir de 1630, comenzó a experimentar estados de éxtasis y levitación, lo que atrajo tanto atención positiva como el escrutinio de la Inquisición en Nápoles. A pesar de esto, el Papa Urbano VIII lo absolvió de cualquier falta, permitiendo que continuara con su vida religiosa.
Sus experiencias místicas eran tan intensas que en varias ocasiones fue movido de lugar, hasta que finalmente se estableció en Osimo, donde falleció el 18 de septiembre de 1663. San José de Cupertino fue canonizado el 16 de julio de 1767 y su legado perdura como protector de quienes buscan ayuda en momentos de dificultad académica o en la aviación.
Aparte de San José de Cupertino, el calendario litúrgico del 18 de septiembre incluye la conmemoración de otros santos que han dejado una marca significativa en la historia de la fe cristiana. Uno de ellos es San Juan Macías, un fraile dominico y misionero en Perú, conocido por su gran caridad y humildad. Nacido en Ribera del Fresno, España, en 1585, San Juan Macías decidió dedicar su vida a la religión muy joven. Tras un viaje al Nuevo Mundo, se estableció en Lima, donde se dedicó a la atención de los pobres y enfermos, ganándose el cariño y respeto de la comunidad. Fue canonizado por el Papa Pablo VI en 1975.
Santa Ariadna de Frigia es otra santa conmemorativa de este día. Fue una mártir cristiana del siglo II, cuyo valor y determinación la llevaron a sacrificar su vida en defensa de su fe. Detenida y sometida a torturas por negarse a renunciar a su religión, Santa Ariadna representa el sacrificio extremo que muchos cristianos asumieron durante los primeros siglos.
Finalmente, se recuerda a San Eustorgio de Milán, un obispo que vivió en el siglo IV y se destacó por su defensa de la fe cristiana frente a las herejías de su tiempo. Su liderazgo y compromiso con la doctrina cristiana fueron clave para fortalecer la comunidad de creyentes en Milán. San Eustorgio es venerado no solo por su labor pastoral, sino también por sus escritos y enseñanzas que perduran hasta nuestros días.
El santoral, o calendario litúrgico, es una herramienta fundamental para la Iglesia Católica y sus fieles. A través de él, se recuerdan y celebran las vidas de quienes han demostrado una fe ejemplar y un compromiso inquebrantable con los principios cristianos. Las historias de los santos, sus sacrificios, y sus logros, sirven como inspiración y guía para los creyentes de todas las épocas.
Además, el santoral refleja la rica diversidad de la historia cristiana, abarcando santos de diferentes regiones, épocas y trasfondos. Cada uno de ellos ofrece un testimonio único de la fe y la devoción, proporcionando múltiples ejemplos de cómo vivir una vida dedicada a Dios y al servicio de los demás.
En este contexto, el 18 de septiembre es una fecha especialmente significativa, no solo por destacar a figuras como San José de Cupertino, sino también por recordar a otros santos cuya influencia perdura a lo largo del tiempo. Esta diversidad en las celebraciones ayuda a los fieles a ver la universalidad de la fe cristiana y la multiplicidad de formas en las que se puede vivir y expresar la devoción.
Volviendo a San José de Cupertino, su vida es un ejemplo poderoso de perseverancia y fe inquebrantable. Nacido en circunstancias muy humildes, su camino hacia el sacerdocio estuvo lleno de obstáculos. Sin embargo, su determinación y su profunda conexión espiritual le permitieron superar cada desafío que se le presentó.
Sus fenómenos místicos no solo trajeron asombro, sino también un profundo respeto y admiración. La gente acudía a él en busca de consuelo y guía espiritual, y su capacidad para experimentar estados de éxtasis y levitación se veía como una señal palpable de su conexión divina. A pesar del escrutinio de las autoridades eclesiásticas, San José de Cupertino siempre mantuvo su humildad y dedicación a su fe.
Incluso después de su muerte, sus enseñanzas y su ejemplo continúan inspirando a muchos. Su canonización en 1767 fue un reconocimiento de su vida y milagros, y su figura sigue siendo un faro de esperanza para quienes enfrentan dificultades académicas o en la aviación.
En resumen, el 18 de septiembre es un día para recordar y celebrar la vida de San José de Cupertino junto con otros santos que han dejado una marca indeleble en la historia de la Iglesia. Sus historias no solo nos enseñan sobre la devoción y la fe, sino que también nos inspiran a vivir nuestras vidas con un propósito y una dedicación similar.
Escrito por Ezequiel Obregón
Soy un periodista y escritor especializado en noticias diarias de Chile. Me apasiona mantener a la gente informada sobre los eventos más recientes y significativos. Mi trabajo me permite conectar con diversas audiencias y ofrecerles una visión crítica y detallada de la actualidad. Además, disfruto de explorar y narrar las historias que afectan a nuestra sociedad diariamente.
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